
Ceuta no solo es un cruce de caminos entre continentes, religiones y culturas. También es un lugar donde la mitología se entreteje con la historia, donde los relatos legendarios no están encerrados en libros antiguos, sino grabados en montes, mares y memorias vivas. Uno de los más poderosos y evocadores es el mito de Hércules, el héroe que, según cuenta la leyenda, abrió con sus propias manos el paso entre el Mediterráneo y el Atlántico, dejando a su paso dos columnas que marcarían para siempre los límites del mundo: una en Gibraltar… y la otra en Ceuta.
Un héroe más allá del tiempo
Hércules (Heracles para los griegos) es uno de los personajes más fascinantes de la mitología clásica. Hijo de Zeus y de la mortal Alcmena, fue condenado desde su infancia a enfrentar desafíos sobrehumanos. Como castigo impuesto por los dioses, tuvo que cumplir doce trabajos imposibles, destinados a purificar su alma y demostrar su valía tanto en el mundo humano como en el divino.
Uno de esos trabajos —el undécimo, según algunas versiones— lo llevó a buscar las manzanas doradas del Jardín de las Hespérides, frutas sagradas que conferían inmortalidad y que estaban custodiadas por ninfas y un dragón de cien cabezas llamado Ladón. Pero antes de llegar a su destino final, Hércules debía superar un obstáculo geográfico colosal: la cadena montañosa que unía Europa con África, cerrando el paso hacia el océano.
Fue entonces cuando, según el relato mitológico, el héroe clavó sus pies en la tierra, flexionó su cuerpo descomunal, y con un grito que resonó hasta el Olimpo, separó las montañas, creando el Estrecho de Gibraltar.
De esa hazaña legendaria surgieron las famosas Columnas de Hércules, un símbolo que aún hoy perdura en banderas, escudos, mapas y monumentos. Para los antiguos griegos y romanos, estas columnas marcaban el límite del mundo conocido: el punto donde acababa la tierra firme y comenzaba el misterio del mar abierto.
- La Columna Norte se identificó con el Monte Calpe, hoy conocido como el Peñón de Gibraltar.
- La Columna Sur se asoció al Monte Abyla (o Abila), que muchos reconocen hoy como el Monte Hacho de Ceuta.
Ceuta, entonces, no era cualquier lugar: era uno de los dos pilares sagrados que sostenían el borde del mundo. Más allá de ellos, decían los sabios antiguos, comenzaba “lo desconocido”, un espacio de monstruos marinos, tormentas incontrolables y leyendas aún por escribir.
Ceuta: tierra de paso, tierra de encuentros
Esta ciudad, abrazada por dos mares y siete colinas, siempre ha sido un espacio de tránsito y transformación. Fenicios, cartagineses, romanos, árabes, portugueses y españoles han dejado su huella aquí. Ceuta ha sido puerto de salida, punto de llegada, tierra de frontera y de fusión.
Pero el mito de Hércules no es solo una historia antigua: es una metáfora viva del alma ceutí.
Ceuta, como Hércules, ha tenido que romper barreras, separarse para unir, desafiar lo establecido. Aquí conviven personas de orígenes distintos, religiones diversas y culturas entrelazadas que, como las columnas del héroe, sostienen una identidad común, forjada en la diferencia y el mestizaje.
Aunque muchos asocian las Columnas de Hércules con emblemas oficiales (como el escudo de España, donde aparecen junto a la frase “Plus Ultra”, es decir, “Más allá”), en Ceuta el legado es más íntimo y cotidiano.
- El Monte Hacho, con su silueta vigilante sobre la bahía, sigue siendo un símbolo visible del mito. Desde sus alturas, uno puede imaginar a Hércules abriendo las aguas con sus manos y creando un nuevo horizonte.
- El Foso Real, que une el Mar Mediterráneo con la Bahía Norte, es otro espacio donde mito y mar dialogan.
- En algunos recorridos turísticos y escolares, el relato de Hércules se cuenta como parte del legado clásico de la ciudad, uniendo a generaciones en torno a una historia compartida.
Incluso en el lenguaje popular, en charlas entre mayores y niños, “las Columnas de Hércules” no son solo historia antigua: son Ceuta misma.
Más allá del espectáculo de la fuerza o la belleza del relato mitológico, el paso de Hércules por Ceuta nos deja preguntas y reflexiones actuales. ¿Qué límites hemos tenido que romper como comunidad? ¿Qué mundos hemos unido? ¿Qué hay “más allá” de nuestras propias columnas?
En una época donde las fronteras se levantan cada vez más, recordar que el héroe separó montañas no para dividir, sino para abrir el paso, cobra un sentido nuevo. Tal vez, en el fondo, Hércules nos recuerda que los verdaderos héroes son aquellos que crean puentes donde antes solo había muros.
Ceuta no necesita parques temáticos para contar historias. Aquí, basta con mirar el horizonte, sentir el viento del estrecho, o subir al Hacho al atardecer para comprender que hay lugares donde los mitos no mueren, sino que respiran.
Y tú, que ahora lees estas líneas, ¿te atreverías a cruzar las Columnas de Hércules con la misma valentía que el héroe? Tal vez no haga falta ser semidiós para hacerlo. A veces, basta con mirar la historia con nuevos ojos… y dejar que el mito nos cuente quiénes somos.
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